¿Qué pasa con este mundo?
Lleno de innumerables ironías…
Que te empuja a seguir un sistema que tú no elegiste; en el que se busca ENCAJAR, cuando estamos aquí para RESALTAR.
Que pone «El Éxito» como el máximo peldaño, muchas veces por encima de la felicidad, la salud o la familia.
Que en la teoría alienta la diversidad, pero en la práctica, la suprime; llamando “raros” a aquellos que tienen el valor de ser diferentes.
En el que se busca parecerse a los demás, olvidando el don más grande que poseemos como seres humanos: SER ÚNICOS E IRREPETIBLES.
Donde se anhela un mundo con más ESENCIA y menos APARIENCIA, pero por otro lado, la gente se enfoca más en TENER que en SER.
Donde el afán de poder y la avaricia pisotean los más altos valores humanos.
En el que la injusticia se vuelve más común en democracias, cuyo fundamento central, irónicamente, es la justicia.
En el que se tiene hambre de SIEMPRE llegar a la meta y de ser EL o LA MEJOR, sin aprender a enamorarse del proceso, pues es éste último el que verdaderamente moldea a las personas.
Donde pareciera que la gente tuviera muchas vidas, porque la única que tienen no la disfrutan como si realmente lo fuera.
En el que se vive pensando en el pasado y en el futuro, mientras se deja ir el presente, perdiendo el único momento que se puede moldear a nuestro favor.
Donde muchos se conforman con la vida que les tocó, desperdiciando su potencial innato para crear la vida que QUIEREN y MERECEN vivir.
En el que una gran mayoría de personas termina trabajando para cumplir los sueños de alguien más, dejando atrás los propios…
En el que se exige demasiado de los demás, pero se da poco a cambio.
En donde el ego compite con la empatía, la razón con los sentimientos, y el miedo al «qué dirán» con la vulnerabilidad; y así nos enfrentamos ante una dicotomía que limita nuestras posibilidades de crear conexiones SIGNIFICATIVAS con los demás.
En donde se vive en búsqueda de oportunidades, pero cuando éstas llegan, pasan desapercibidas o ni siquiera se perciben como tal…
En donde abundan pensamientos negativos, y sin embargo, se esperan resultados positivos.
Donde se aspira a la perfección, cuando el ser humano por naturaleza es –y será– imperfecto.
En el que se busca FUERA de uno mismo el amor, la aprobación y la validación; cuestiones que deben comenzar DENTRO de nosotros mismos.
En el que se vive en piloto automático; desperdiciando el mayor regalo que tenemos: poder vivir una vida con intención y conciencia plena.
Donde se cree que solo nacemos, vivimos y MORIMOS; olvidando el hecho de que cuando se vive una vida con propósito, se deja huella en los demás, y de esta forma, nuestro legado NUNCA MUERE.
En donde se cree que «todos estamos aquí por una razón», pero irónicamente, se vive sin hacer nada por encontrarla.
En el que los chicos quieren ser grandes; y los grandes, más chicos. Y cuando vemos la vida en retrospectiva, quisiéramos que esas etapas de las que huíamos regresaran para poder vivirlas plenamente.
Donde muchas veces el orgullo vence al amor, cuando el amor es infinitamente más fuerte.
En donde se presta más atención a lo que no se tiene, a lo que falta y a lo que se fue; en vez de apreciar lo que se tiene, lo que se logra y todo lo bueno que va llegando.
En el que se valoran las cosas justo cuando se pierden, y no cuando se tenían…
En el que vivimos arrepintiéndonos de nuestros errores y del pasado, cuando éstos son –indiscutiblemente– los mejores maestros que tendremos en la vida.
“¿Qué pasa con este mundo?” –es lo que me pregunto todos los días…
Pero ahora que lo pienso, quizás no fue diseñado para ser entendido, porque mientras más respuestas busco, me topo con más preguntas. Es como un círculo vicioso donde una ironía te lleva a la otra…
Pero al menos, así puedo ver lo que no tiene sentido y hacer lo posible por no ser parte de aquellas ironías que nos alejan de vivir la vida que merecemos y que para nada contribuyen a nuestro desarrollo como personas.
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