Esta publicación Personas Tóxicas: ¿Por qué les huimos y cómo no ser una de ellas? es una transcripción de un episodio del podcast «Revela Tu Mejor Yo». Para vivir la experiencia al máximo, te recomiendo escucharlo directamente en este reproductor:
Nos atrae lo bueno.
Suena lógico, ¿no? Pero en la práctica… esto puede no ser TAN realista.
«¿Me estás diciendo que no me puedo sentir mal o triste de vez en cuando?, ¿que no le puedo contar mis problemas a alguien más porque los voy a espantar o porque van a huir de mí?»
No. Para nada. Déjame explicarme.
Punto 1. Tener problemas y dificultades es algo normal
Quien no se enfrente con retos u obstáculos en su vida diaria tendría que ser algo así como un marciano.
Porque esto es algo que siempre está presente. Nos guste o no.
Es normal sufrir, es normal sentirnos mal, llorar… ¡Vamos, es algo humano!
Pero lo que no deberíamos dejar pasar es que esos sentimientos prevalezcan y dominen por siempre, y para siempre, o bien, la mayoría del tiempo.
La actitud que tengamos hacia los mismos es más que crucial. Cuando te sientas triste o desanimado piensa en que tienes dos opciones –no más– dos:
a) Alimentar esa depresión, dejar que crezca, que prevalezca, y que todos escuchen y sepan lo triste que estás.
Pero ojo, si nos ponemos más objetivos, esto realmente no te va a llevar a ningún lado:
¿Por qué?
- Porque eso no te va a solucionar el problema, por el contrario, hará que te hundas más y más, y no puedas ver más allá de la depresión.
- Y además, si siempre tienes un estado de desánimo puede que las personas que te rodean te eviten porque, queramos o no, a nadie le gusta rodearse de gente negativa que no aporta nada nuevo o nada bueno, ¿estás de acuerdo?
Y la segunda opción es:
b) Entender el sentimiento, darle un nombre y hacer algo al respecto.
Ojo: nunca estoy diciendo “ay, no te sientas triste” o “no llores”.
Creo que es verdaderamente molesto cuando le cuentas a alguien tus problemas y te dicen: “ay… no estés triste” como si con eso dijéramos “ya está, con eso, se me fue la tristeza, solo necesitaba escuchar no estés triste”.
De hecho, los sentimientos y las emociones necesitan salir, ¡necesitan salir!
De lo contrario, generamos un estado de frustración con nosotros mismos y lo más seguro es que terminen manifestándose en enfermedades. Entonces, permítete sentir. Manifiéstalo. Es normal: es humano.
Pero una vez que le hayas dado nombre a lo que sientes –y con darle nombre me refiero a: “Me siento mal y triste por esto y esto”, “no me hace sentir bien el hecho de que…” o “me lastima esto porque…”– y sepas por qué te sientes como te sientes, es momento de ver el problema con un enfoque de solución y aprovechamiento.
Con un enfoque de solución me refiero a pensar en qué puedes hacer o qué está en tus manos para resolver el problema.
Y si es necesario, haz una lluvia de ideas y sé creativo o creativa y piensa: ¿cuáles son las distintas formas en que se puede resolver? Piensa fuera de la caja como lo explicamos en este artículo; trata de verlo con una nueva mirada: con una mirada fresca. Y si lo necesitas, pídele ayuda o consejos a la gente que más quieres o a un especialista, ¡pero hazlo!
Y con aprovechamiento me refiero a ver, primeramente, si ese problema que vemos como un impedimento, en realidad puede ser una oportunidad disfrazada, es decir, una nueva puerta en el camino que te va a permitir conocer y hacer cosas nuevas que te van a ayudar a ser una mejor persona
Pero lo que quiero que tengas claro es que nadie va a solucionar tus problemas si no lo haces tú. Y quedarte triste, sin hacer nada, esperando a que llegue un milagro pues… no te va a llevar a ningún lado.
Punto 2. Callar tus problemas no es la solución…
«No quiero parecer una persona tóxica o negativa, entonces, ¿debo callar mis problemas?»
No. Siempre es útil la perspectiva de una persona cercana o de un profesional en la materia, como un psicólogo o como un coach.
Pero lo importante aquí es que tus relaciones con los demás siempre tengan un balance:
O sea, si estás triste y pides consejos o ayuda… Ok. Pero también brinda alegría a la relación y cuando el otro necesite tu apoyo, siempre estar ahí para él.
Y si no estás en el mejor de los ánimos y el otro lo nota… Ok. Pero tampoco dejes que este estado de ánimo se vuelva una constante que amenace la relación.
¿Me explico?
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Cuando una persona comienza a darnos su peor cara y nos contagia esos sentimientos constantes de desaliento, insatisfacción, enojo, tristeza, desconfianza… ¿Qué crees que pasa? ¡Exacto! ¡Huimos! ¡Huimos!
Digo ya suficientes problemas tenemos a diario como para ahora estar escuchando los lamentos de una persona tóxica, ¿estás de acuerdo?
Volvemos a lo mismo: no se trata de no comunicar esos estados de desánimo, ni de evitar pedir ayuda o consejos, sino de que también aseguremos que haya, justamente, este equilibrio en nuestras relaciones con los demás.
Y si alguna vez ven nuestra peor cara, pues hay que hacer algo para que también vean nuestra mejor cara. Tener detalles, ayudarlos con sus objetivos, compartir momentos de alegría, etc.
Así que, a manera de resumen, es muy importante siempre canalizar esos sentimientos, darles un nombre, y resolver –en la medida que podamos– todas esas cosas que no nos permiten sentirnos plenos y felices.
«Conviértete en la persona con la que te gustaría llevarte, con la que te gustaría estar, con la que te gustaría convivir. –Mayneza»
Que seguramente, vamos, no es una persona perfecta o intachable, es una persona humana, con errores, con dificultades, pero ejemplar en la manera en cómo afronta los problemas y en la forma en cómo se recupera de los mismos para seguir compartiendo con los demás las cosas positivas que la hacen única y especial. Tú quieres ser esa persona.
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