Inteligencia emocional: Qué es y Cómo Desarrollarla

Hola, ¿qué tal? mi nombre es Fernando García. Soy psicólogo de profesión, especialista en coaching y liderazgo. Hoy tengo el placer de pasar por el blog de Mayneza.com para compartir contigo un poco de mi experiencia en el ámbito de la gestión de las emociones.

En concreto quiero hablarte de la necesidad de educarlas, o dicho de otra forma, de cómo aprender a manejar tu inteligencia emocional.

Seguro que alguna vez has sentido esa sensación de que no puedes controlar un impulso como llorar, gritar o enfadarte. En ese caso, este artículo te va a resultar interesante. ¡Empecemos!

¿Qué es la inteligencia emocional?

Si no estás familiarizado con este término te diré, de una forma simple para que cualquier persona pueda comprenderlo bien, que la inteligencia emocional es la capacidad para saber entender, diferenciar y regular no sólo tus propias emociones, sino también las de los demás.

Las personas somos seres tremendamente emocionales. Vivimos experiencias de forma constante que nos hacen aflorar sentimientos. Si no controlamos dichas sensaciones y dejamos que dominen nuestra forma de actuar, la vida termina complicándose.

Te pondré un ejemplo. Imagina un día en el que tienes algún tipo de preocupación que te hace sentir mal y que, por mucho que intentes no pensar en ello, no consigues dejar de recordarlo. Si te dejas manejar por esa sensación de nerviosismo e intranquilidad, muy probablemente tu día sea horrible y no podrás concentrarte en ninguna tarea, aunque te surjan cosas que precisen el 100% de ti: una reunión importante en el trabajo, una clase fundamental para el curso, una evaluación o examen, etc.

En ese punto la inteligencia emocional se hace fundamental para luchar contra esa negatividad y buscar el lado positivo que te marca la experiencia, para convertir un día con malas sensaciones en una jornada eficaz y productiva.

Este ejemplo es aplicable a una multitud de situaciones de la vida: con tu pareja, con los hijos, en momentos de estrés, etc. Si dejas que la emoción te domine, entonces estarás al servicio de esa emoción y no serás capaz de guiar tu propio destino hacia el camino adecuado.

¿Cuál es la diferencia entre inteligencia e inteligencia emocional?

Aunque puedan parecer términos muy similares, lo cierto es que hay una notable diferencia entre lo que usualmente se entiende como inteligencia y el concepto de inteligencia emocional.

De hecho, la inteligencia emocional surge como una necesidad derivada de aquello que la «inteligencia cerebral», la que se mide según coeficientes intelectuales, no puede resolver.

Hace más de medio siglo, los especialistas en psicología empezaron a entender que había aspectos de la vida que no dependían de ser más o menos inteligentes. Había personas con una inteligencia extraordinaria que no conseguían éxito en la vida y otras personas con un coeficiente intelectual bajo que tenían vidas plenas, laboralmente exitosas y en las que conseguían realizarse como personas a la perfección.

¿Cómo es posible que sucediese esto? Pues porque estas personas “menos inteligentes” tenían una capacidad natural de dominar sus emociones de la que los otros carecían. Y las otras, a pesar de ser sumamente inteligentes, no sabían cómo controlar sus emociones y fracasaban en aspectos clave de la vida.

De ahí que se haya desarrollado lo que hoy conocemos como inteligencia emocional.

¿Cómo debo manejar las emociones?

A muchas personas, cuando les planteas esto de la inteligencia emocional, se les viene inmediatamente a la cabeza ciertos impulsos o sensaciones que no pueden retener cuando algo se escapa de su control. Por ejemplo, te hablo de la ira, de ansiedad, de tristeza…

Lo correcto en el instante en que aparecen sería lograr posponer ese sentimiento para tratar de manejarlo en otro momento más adecuado. Es a lo que llamaríamos contenerse o aguantar la emoción. Esperar a llegar a casa o a poder estar a solas para liberarla y dejarla escapar, pues reprimir las emociones tampoco lleva a nada bueno. Lo importante es decidir el momento correcto para entenderlas y canalizarlas de la mejor manera. En otras palabras, nosotros dominar las emociones en vez de que éstas nos dominen.

Entiende que cualquier emoción sirve para algo, incluso el lado negativo de que puedan tener es parte de la vida. Tus emociones siempre van a estar ahí y, si algo diferencia al ser humano del resto de los animales, es poder sentirlas. Nuestro sistema emocional nos hace únicos.

Las emociones como forma de vida

Si te paras a meditar un poco respecto a tus emociones te darás cuenta de que con base en como tú las sientes, es como comprendes la realidad y lo que te rodea. Tu forma de vivir la marcan las emociones que experimentas día con día y la forma en como las interpretas.

Reaccionas constantemente a ellas, condicionan tus actos, te arrastran a tomar decisiones. Y si no utilizas la inteligencia emocional para aprovecharte de esto, te llevarán a cometer más errores que aciertos.

Por esto es muy importante saber identificar qué estás sintiendo en cada momento y reaccionar con paciencia y tranquilidad a ello, sin que una sensación interior hable o actúe en tu lugar.

El control del tiempo y la inteligencia emocional

En el párrafo anterior te hablaba de la paciencia. Esta es una de las claves para mejorar el control sobre tus emociones. Aprender a ser paciente te ayudará a manejarlas adecuadamente. El problema muchas veces es que no sabemos controlar el tiempo y nos volvemos impacientes.

¿Cómo puedes cultivar la paciencia? Pues teniendo presente que, ocurra lo que ocurra, siempre vendrá algo después, este no será el fin del mundo. Esa situación no va a quedar ahí, para bien o para mal, tendrás la oportunidad de arreglarlo y entonces la aprovecharás.

Si crees con firmeza que siempre vas a tener esa posibilidad de volver a interactuar con ese algo que te ha ocurrido, serás capaz de controlar emociones negativas como la culpa o el fracaso. Echando mano del refranero, es dar tiempo al tiempo porque el tiempo todo lo cura.

¿Cómo desarrollar la inteligencia emocional? 7 Técnicas y Ejercicios

El control de las emociones y los sentimientos se puede trabajar y mejorar constantemente. Los ejercicios y técnicas más convenientes para para aplicar contigo dependerán del tipo de personalidad que tengas y de tu nivel para saber detectar y diferenciar tus sentimientos y emociones.

No es lo mismo, por ejemplo, trabajar con niños, con adolescentes o con adultos, puesto que la experiencia de la propia vida ya te va dando una base de contacto con la inteligencia emocional.

También, dentro de cada grupo de edad hay que diferenciar entre el carácter que tiene cada individuo y adaptar el trabajo a cada caso particular.

En seguida voy a compartirte algunos ejercicios concretos para trabajar la inteligencia emocional que yo mismo utilizo y que también aplico durante mis sesiones de terapia. De algunos de ellos ya hablan detalladamente en este interesante video Guillermo Blázquez y Alfredo García Gárate, con quienes colaboro en gabinete psicológico Blazquezygarate.com.

1. Creatividad emocional

En este ejercicio el objetivo es identificar qué sensaciones potencian determinadas habilidades en nosotros mismos. Trabajar esta capacidad te ayudará a distinguir entre emociones y a sacar ventajas de cada una de ellas.

Para practicarlo debes dedicar un minuto a pensar y describir cómo te sientes en el momento justo en el que comienzas el ejercicio. Después, una vez identificada la emoción que estás sintiendo la utilizarás para realizar una tarea creativa: escribir, dibujar, cantar… lo que te dicte esa emoción. Poco a poco, con la práctica, irás descubriendo qué capacidades afloran en ti según los distintos estados emocionales en los que te encuentres.

2. Refuerzo positivo

Es una actividad especialmente recomendada para personas que tienen problemas a la hora valorarse a sí mismas.

Se realiza por parejas y cada una de las personas debe decirle a la otra 2 cualidades físicas y otras 2 psíquicas que le gusten de sí misma y desarrollar los motivos de manera verbal.

Es muy útil para detectar emociones como la vergüenza, ansiedad o miedo al rechazo y aprender a manejarlas, hablando abiertamente de cómo te has sentido mientras realizabas el ejercicio.

3. El diario de las emociones

Se trata de elaborar un diario en el que, al despertar o al poco tiempo de levantarte, anotarás con qué sensaciones o ánimo encaras el día. Después, antes de irte a la cama, harás un balance de cómo ha ido el día y escribirás en tu diario las conclusiones.

Poco a poco, irás comprobando como, al comienzo del día, determinadas emociones establecen pautas de comportamiento. De esta forma podrás anticipar y evitar errores mientras que aumentas la productividad de tu jornada diaria.

4. La silla

La técnica de la silla es un método para mejorar tu entendimiento emocional y se puede utilizar una vez que tienes la capacidad de poder diferenciarlas fácilmente.

Consiste en ponerte cara a cara con las emociones que más te cuesta controlar o dominar. Sentarlas (imaginariamente) en una silla para hablar con ellas de tú a tú. Preguntarles por qué te hacen actuar o sentir de determinada forma.

Poniéndola en práctica podrás entenderlas y descubrir cuáles son los momentos más propicios para que aparezcan. De esta forma irás encontrando la manera de que, poco a poco, estas emociones vayan quedando bajo tu control.

5. Cara a cara

Este es otro ejercicio para hacer en parejas. De forma alterna cada persona irá intentando explicar al otro, mediante gestos faciales, una emoción que esté sintiendo en ese momento (idealmente) o que se le ocurra. La otra tendrá que adivinar de cuál se trata.

El objetivo de esta actividad es aprender a detectar y diferenciar estados emocionales en otras personas y utilizar tu inteligencia emocional para adaptarte a esa situación concreta. Con la práctica se adquiere una extraordinaria habilidad para conocer estados anímicos ajenos sin la necesidad de entablar una conversación.

6. El último día

Para trabajar con emociones tales como el miedo o la vergüenza, “el último día” es un ejercicio fantástico.

Debes imaginar que este el día del fin del mundo. Después de hoy, nada existirá, nadie podrá juzgarte ni reprocharte cualquier cosa que digas. En ese escenario ¿qué le dirías a las personas que son importantes para ti? A tu familia, a tus amigos, a tus compañeros de trabajo…

Si la asimilas y eres capaz de imaginarte en esa misma situación cuando tienes miedo de dar tu opinión sobre algo, o incluso de decir no a una propuesta, pasarás a controlar ese temor y a reconvertirlo de forma positiva para ti.

7. ¿Cómo actúo?

Este ejercicio puede realizarse de forma complementaria a El diario de las Emociones o bien, por separado.

Consiste en establecer un determinado periodo de tiempo, por ejemplo dos o tres semanas, y durante dicho periodo ir anotando en un cuaderno las distintas situaciones a las que te vayas enfrentando, cómo te has sentido y actuado ante ellas y si tu reacción ha sido la adecuada o no. Si la respuesta es no, también debes apuntar cuál habría sido la más apropiada.

Al finalizar el ejercicio debes sentarte a leer en voz alta todo lo que has ido anotando e ir asociando cada situación con la emoción y reacción correcta. Así, cuando vuelva a presentarse la misma situación en el futuro sabrás manejar tus emociones y actuar adecuadamente.

Espero que este artículo te haya resultado interesante y que la lectura haya sido amena. Así mismo, te invito a conocer más sobre las emociones y los sentimientos, a profundizar dentro de ti y a encontrar ese rincón desde donde tienes el control sobre ellos.

Si lo consigues, la vida te va a resultar, no sólo mucho más bonita, sino más fácil.

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