Estimad@:
Lo sé. Hace tiempo no sabes de mí. Te has negado a escucharme. Esta vez dudé en escribirte, pero hay algo que me ata a ti, que nos ata. Tu felicidad y plenitud están de por medio. Por eso he tomado el valor para comunicarte estos párrafos.
No vale la pena que me presente, me conoces desde hace tiempo. Soy tu mayor anhelo, tu ilusión de vida. Pensabas en mí frecuentemente, dibujaba una sonrisa en tu rostro cada que me imaginabas, que nos imaginabas unidos… Pero después me abandonaste. Me dijiste que yo no era posible, tus pensamientos negativos te cegaron. “Lo nuestro es imposible, eres lo que eres: una ilusión”- recalcaste. “Una vil fantasía”- reiteraste.
Traté de insistirte, de animarte a luchar por mí, de que sintieras esa plenitud que tanto anhelabas vivir, los dos, juntos. Tu mente llenó tu boca de pretextos que te alejaron de mí: “Tengo muchas cosas que hacer, no tengo tiempo para ti”. Primero los estudios, luego el trabajo, la familia, los amigos, los pasatiempos…” Tenías tiempo para todo, para todos, excepto para mí, siendo que yo era lo que más anhelabas, o debo decir ¿anhelas? Por que sé: todavía no me has borrado del todo…
Pretextos para no estar conmigo encontraste y vas a encontrar muchos, ¿pero que no deberías luchar por lo que realmente quieres? Me dejaste muy claro que era demasiado bueno para ser cierto, algo que difícilmente se cumpliría. “Adiós” Tus acciones lo dijeron todo. No querías acabar triste, con decepción, y fue así como me abandonaste, o más bien te abandonaste. Borraste aquello que te hacía sentir pleno, como ninguna otra cosa en este mundo.
Olvidé corregirte cuando me dijiste que lo nuestro sería imposible. ¿Imposible? Imposible es la palabra que utilizan las personas que se niegan a hacer las cosas posibles. En un mundo de infinitas posibilidades, sólo la gente negativa encuentra limitaciones –donde realmente no las hay–. Tú no eras así… ¿qué sucedió? ¿dónde quedó ese brillo en tu mirada cuando me pensabas? Estabas dispuest@ a todo y de repente todo cambió…
¿Quién dijo que alcanzarme sería fácil, que no conllevaría dificultades, obstáculos, inconvenientes…? Trataste. Trataste pero te rendiste porque el camino tenía piedras y no era liso como tú esperabas. Se te olvidó que las cosas que realmente valen la pena cuestan trabajo, esfuerzo, sudor y hasta lágrimas. Pero son esas cosas, las que cuando se consiguen, le dan sentido a tu vida, a tu existencia.
Una fábrica de sonrisas genuinas…
Esta es la última vez que te insisto. No busques pretextos que nos separen, busca soluciones que nos unan. No resaltes las dificultades para alcanzarme, resalta los motivos para no dejarme. No digas que soy imposible porque yo quiero ser posible para ti. Lucha por mí, lucha por ti, por tu felicidad. Aquí estoy, como puedes ver, yo no te he dejado. No puedo hacer más por ti porque tú mismo lo has dicho: “Eres es una vil ilusión”, pero puedo ser realidad si tú así lo dispones, si tú te lo propones.
Quiero verte sonreír plenamente, quiero hacerte feliz, quiero que cada instante de tu vida sea provechoso, que a través de mí le des sentido a tu existencia.
Esta vez no me abandones. No te abandones, por favor. Prométeme que la próxima vez que nos veamos dejaré de ser tu mayor anhelo y me convertiré en tu realidad.
Atte.,
Tu sueño
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