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Puede ser… porque para que una sociedad se considere como tal “feliz”, se necesitan cumplir múltiples factores como seguridad social, una economía próspera, cuidado a la salud, etc.
Pero lo cierto es que hay un ingrediente que contribuye enormemente al bienestar social y que puede llegar a diferenciar a una sociedad próspera de otra un tanto decadente.
Y aunque es difícil tratar de resumirlo en una sola palabra, lo cierto es que tiene que ver con el hecho de no ser indiferentes ante lo que ocurre a nuestro alrededor y aprender a ser receptivos a las necesidades de los demás.
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Puede que suene como a una clase de moral, pero en la práctica es impresionante ver que, al final del día, lo que marca la diferencia termina siendo la manera en 1) cómo percibes a las personas que te rodean y 2) de qué forma actúas al respecto.
En el libro Influencia: la Psicología de la Persuasión, el autor Robert Cialdini explica que por naturaleza las relaciones humanas tienden a la reciprocidad, de manera tal que las personas tratan a los demás de la misma manera en que son tratadas.
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Así que si estás en un país donde sabes que si se te cae la cartera nadie te la va a regresar, quizá la próxima vez que veas una cartera tirada simplemente no hagas nada al respecto. En cambio, si una vez perdiste tu celular y te lo regresaron, te sentirás más propenso a hacer lo mismo. ¿Me explico?
Cuando ves que la gente que te rodea está dispuesta a hacer algo por ti y brindarte una mano cuando lo necesites, lo más probable es que tú también te sientas orientado a hacerlo por alguien más.
Porque cuando a nivel sociedad todos se apoyan entre sí, crecen viendo eso y desarrollan en su cosmovisión ese hábito de ayudar a los demás. En otras palabras, se vuelve algo intuitivo y natural.
¿Pero qué ocurre cuando los miembros de una sociedad reciben todo lo contrario? No necesariamente significa que se volcarán hacia el mal, pero definitivamente muchos no verán la razón por la cuál ayudar a otros si nadie los ayudó anteriormente.
Ojo: esto no quiere decir que las personas siempre tiendan hacia la indiferencia. Hay personas que, a pesar de que su entorno no sea el más amigable posible, aún así hacen el bien sin mirar a quien. ¡Las hay! Pero, claro, en menor medida.
No ser indiferente ante lo que te rodea y ayudar cuando puedas es algo que termina convirtiéndose en un círculo vicioso porque tarde o temprano esas personas a las que les brindaste una mano se sentirán con las ganas de seguir propagando esa energía positiva ayudando a otros.
Este video lo escenifica muy bien:
Y esta otra frase de la película Cadena de Favores –muy recomendada, por cierto– lo resume a la perfección:
Si alguien te hace un favor no le devuelvas el favor a esa persona. Ve y ayuda a otro, siempre habrá alguien que necesite de tu ayuda. –Haley Joel Osment, Película Cadena de Favores
La gran ley del Karma también apoya esta teoría:
No te canses de hacer el bien, porque aquél que da sin esperar nada a cambio, todo lo que siembra un día lo cosechará en abundancia.
Según esta ley, lo que damos al universo es lo que el universo nos devuelve; pero si es algo negativo, nos lo devolverá multiplicado por diez.
Pero bueno, independientemente de si crees o no en la ley del Karma, lo cierto es que no se necesita ser un científico para notar que una de las cosas que diferencia a una sociedad de otra es la forma en como las personas se apoyan entre sí.
Se sabe cuando estás en un lugar así porque simplemente se ve y se siente cómo se propaga esa ola de caridad, que va y viene, inundando de gratitud a todos y cada uno de los miembros de determinada sociedad.
Ahora me gustaría escucharte: ¿que te ha parecido esta publicación? ¿has comprobado esto por ti mismo los beneficios de una sociedad donde se propicia esta «cadena de favores»?
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